Las pepitas de calabaza concentran múltiples elementos que protegen nuestra salud de la diabetes, las enfermedades del corazón y el cáncer. Destacan sus ácidos grasos omega 3, el magnesio y zinc, tocoferoles y otros antioxidantes
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La pepita de calabaza es la semilla comestible del fruto de algunas especies del género Cucurbita de la familia Cucurbitaceae que ha sido desecada.
Las variedades y razas nativas de calabazas se cultivan prácticamente en todas las regiones agrícolas, acompañando al maíz y al frijol en lo que se conoce como milpa.
La planta es nativa del norte de México, y sudeste y este de los Estados Unidos.
El género Cucurbita es exclusivo del continente americano y se compone de 15 especies de plantas.
La semilla o pepita en México proviene principalmente de 3 especies:
Cucurbita pepo, una de las más antiguas (7,000 años aC) de acuerdo a la evidencia arqueológica.
Cucurbita moschata (pepita menuda).
Cucurbita argyrosperma (pepita gruesa) también llamada calabaza pipiana.
De acuerdo con la Comisión Nacional para el Conocimiento y Uso de la Biodiversidad (Conabio), las estadísticas disponibles en el país sólo muestran la producción de calabacita para verdura, y los principales estados productores en 2012 fueron: Sonora, Sinaloa, Puebla, Michoacán, Morelos, Hidalgo, Jalisco y Zacatecas. Según la institución “no se tienen datos claros que se puedan asociar a la producción de especies y cultivares nativos para la obtención de fruto maduro y semilla”.
Hoy en día la pepita se usa para preparar diversos platillos típicos, particularmente en Yucatán y el pipián de Puebla, Oaxaca y la Ciudad de México.
Además, por su alta concentración en nutrientes y fitocompuestos han sido usadas en la medicina tradicional.